se empuñaron retorcidas tinieblas.
Una sola pérfida caricia en el pecho
me arrebató los latidos;
y la vida acabó en sus falsos estómagos.
...
Me entregué
como antes lo hiciera a nuestros orgasmos,
con el sentido agudo del tacto,
a los brazos de luciféricas legiones.
Pero no fue nada más que un breve instante
en la eternidad del tiempo.
Un devenir siniestro.
Morte
hola!!! casi no entiendo el manejo de tu blog, no he podido dar para leerte... lo seguire intentando otro dia...
ResponderEliminarsaludos...